Día 5: Úbeda

Arrancamos el día a la hora habitual, tras el desayuno, recogimos las maletas y nos fuimos al Parking El Balcón de Baeza (dos días 30 €), y pusimos rumbo hacía Úbeda. Como están muy cerca estas dos ciudades (sólo 10 kilómetros), decidimos ir por carreteras locales y perdernos un poco por los campos de olivos.



Llegamos directos a Aparcamientos Úbeda (en plaza Andalucía), y luego nos tomamos un cortado, mientras aprovechamos para llamar a nuestro alojamiento a ver si podíamos dejar las maletas, acordamos un poco después y así ya nos despreocupábamos de este tema, además el día estaba bastante nublado y en cualquier momento podía llover.




A las 12’30 teníamos la visita, Free Tour Úbeda, la ciudad que no conocemos, con Carlos (reservamos directamente con el), y que duró dos horas; la visita con él fue muy divertida, hace la historia muy amena y hasta te echas unas buenas risas. La mañana estaba muy gris y algo lluviosa, pero entre el guía y el grupo hicieron que fuera muy agradable.





Comimos en La Bodega de Úbeda, pedimos una ración de croquetas y otra de rabo de toro, junto con un par de rondas de cervezas y un par de copas de vino, por supuesto acompañado de sus tapas, nos costó 50 €, todo muy rico. Luego antes de irnos bajamos al sótano para ver los túneles; por lo visto los hay por toda la ciudad.





Tras la comida, decidimos visitar la SACRA CAPILLA DEL SALVADOR, construida en el siglo XVI bajo patrocinio de Francisco de los Cobos como panteón de su palacio, destinado a encumbrar la fama, la fortuna y la gloria personal que había alcanzado el secretario personal de Carlos V, para lo que recurrió a artistas de primer nivel como Diego de Siloé y Andrés de Vandelvira. Según su web el horario era de martes a domingo, de 11 a 14 y de 17 a 19; y como mañana iba a estar cerrada (no fue así), decidimos ir porque ya no tendríamos otra oportunidad. Precio: 5 €. La entrada incluye audio guía.






La verdad que el interior de la capilla es bien bien recargado, la audio guía se me hizo tediosa, porque apenas te mueves y en poco espacio cuenta muchas fechas, además apareció una guía que tuvieron que llamarle la atención porque estaba con el micrófono.

Después de la visita, como ayer, decidimos hacer un pequeño tardeo con un pacharán y un gin tonic. Y luego regresamos un rato a nuestro pisito en la calle Victoria.

Sobre las 9 salimos a cenar al Restaurante La Imprenta, llegamos nada más abrir, pero poco a poco se fue llegando de gente, hasta que se llenó por completo; pedimos un surtido de embutidos, y un par de rondas de cervezas con sus tapas, que nos costó 40 €; muy rico, pero ya iba fallando el hambre.

Paseíto de regreso a casa y un poco de tele, en el salón había una chimenea eléctrica, que además de calentar muy rápido, era muy relajante ver las llamas.

Kilómetros aproximados: 55.

 

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