Día 2: Jaén

Pusimos el despertador a las 8, una buena hora para arrancar el día tranquilamente, tras las duchas y el desayuno en nuestro pisito, salimos alrededor de las 10 de la mañana. Pasamos por la Oficina de Turismo a por un plano y a preguntar alguna cosilla.

Luego fuimos a visitar la CATEDRAL, construida en el siglo XVI por Andrés de Vandelvira, es el monumento más emblemático de la ciudad. Horario de lunes a sábado: 10 a 18. Horario domingo: 10 a 15. Precio: 8 €. La entrada incluye audio guía y gafas de realidad virtual, la visita a nosotros nos llevó casi hora y media, y nos gustó bastante; las gafas de realidad virtual le dan una visión diferente, y es un buen complemento a la visita.












Tras la visita de la Catedral, a las 12’30 teníamos una visita guida con Guruwalk, concretamente, Free Tour Jaén de las Tres Culturas, con Josué, y que duró algo más de 2 horas; estuvo bien, pero a mi se me hizo un poco larga, con muchas fechas que al final se van olvidando, y quizá la ciudad no dé para tanto.




Directos a comer, muy cerca en Panaciete, pedimos medias raciones de migas serranas, berenjenas a la miel y patatas a lo pobre con jamón, que junto con un par de rondas de cervezas acompañadas de sus tapas, nos costó 30 €; todo muy rico. Justo en la mesa de al lado, teníamos a una pareja madrileña que también estaba en la visita guiada, él era nacido en Alicante y con ellos estuvimos charlando un rato muy agradable.




Después de comer cogimos un taxi al Parador (8’50 €), para ir a visitar el CASTILLO DE SANTA CATALINA, sobre el cerro del mismo nombre, en el siglo IX se alzó una alcazaba de origen árabe, siglos más tarde, tras la conquista de la ciudad por Fernando III, en 1246 se construyó el castillo cristiano que ha llegado hasta nuestros días; en 1965 se construyó junto a la fortaleza un Parador Nacional de Turismo. Horario de lunes a sábado: 10 a 18. Horario domingo: 10 a 15. Precio: 3’50 €. Del castillo sólo quedan restos y algunas de las torres, pero la visita no está mal, y las vistas están muy bien.









Muy cerca se encuentra el MIRADOR DE LA CRUZ, con unas vistas espectaculares de la ciudad, que no te puedes perder. Recuerda la cruz que en aquel lugar mandó colocar Fernando III al entrar en la ciudad, inicialmente fue una sencilla cruz de madera, que se fue cambiando cuando era necesario, hasta 1950 que se cambió por una de hormigón.




Para bajar a la ciudad hay que llamar un taxi (esperamos unos 10 minutos), y este nos costó 13 €, pero ya nos habían informado en la Oficina de Turismo que el coste de bajar sería más elevado, porque la bajada de bandera es desde abajo cuando les llamas.

Una vez en el centro compramos unos regalitos y regresamos al apartamento, descansamos un ratillo y ya salimos.

Volvimos donde ayer, a la Taberna Los Barriles, la verdad que se está muy bien con los camareros, y también con algunos clientes con los que estuvimos hablando; pedimos el vino de naranja que nos habían dado a probar la noche anterior, y una ronda de cervezas, siempre acompañado de unas tapas muy ricas (9’40 €).

Luego cambiamos al Bar “La Barra”, aquí pedimos el famoso Rossini, que a nosotros nos sabía similar al vino con gaseosa, y luego nos pasamos al vermú, como siempre bien acompañados de unas tapas.

Al salir chispeaba, pero logramos llegar a casa sin mojarnos.

 

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